Payaso

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viernes, 31 de enero de 2014

El cuento de terror

El cuento de terror (también conocido como cuento de horror o cuento de miedo, y en ciertos países de Sudamérica, cuento de suspenso), considerado en sentido estricto, es toda aquella composición literaria breve, generalmente de corte fantástico, cuyo principal objetivo parece ser provocar el escalofrío, la inquietud o el desasosiego en el lector, definición que no excluye en el autor otras pretensiones artísticas y literarias.
Según el especialista estadounidense Jack Sullivan, muchos críticos literarios proponen que la Edad de Oro del cuento de fantasmas, en particular, se dio a partir del período de decadencia de la novela gótica, en la década de 1830, y duró hasta el inicio de la Primera Guerra Mundial. Sullivan sostiene que las obras de Edgar Allan Poe y Sheridan Le Fanu inauguraron dicha Edad de Oro.
Un cuento de terror sería, por tanto, un relato literario y no oral, ya que, si bien existe una amplia y antiquísima tradición de cuentos con dichos contenidos, probablemente por tratarse de relatos transmitidos de boca en boca, nunca han recibido otra denominación que la de cuentos o leyendas a secas. 
Ni siquiera cuentos infantiles, aunque de índole terrorífica (e inscritos en la tradición oral en su día), como “La Cenicienta”, de Charles Perrault, o “Caperucita roja” y “Blancanieves”, de los Hermanos Grimm, reciben la denominación de cuentos de terror, que parece haber sido acuñada expresamente para las obras mayores del género aparecidas entre los siglos XIX y XX.

Características y tipos:

En Lovecraft parece haberse inspirado para su definición el médico y estudioso español Rafael Llopis, autor de la Historia natural de los cuentos de miedo y responsable de algunas de las, hoy por hoy, más importantes antologías aparecidas en lengua castellana (Los Mitos de Cthulhu, Antología de cuentos de terror...He aquí una referencia clara al cuento de terror literario, aunque parece más bien restringirse al modelo y espíritu del propio Lovecraft. Pero lo que habría que destacar sin duda es el elemento sobrenatural, hoy también conocido como paranormal.

Llopis, por otra parte, hace oscilar el género de la novela larga al relato breve, de lo irreal al realismo, del realismo al onirismo, del cuento al informe técnico, del informe técnico a la ciencia-ficción, de ésta al misticismo, etc., en sucesivas oleadas. El escritor y especialista británico L. P. Hartley describía una de sus variedades, el cuento de fantasmas, como «la forma más exigente del arte literario».
Los compiladores Michael Cox y R. A. Gilbert (Historias de fantasmas de la literatura inglesa, Edhasa), acerca de esta misma variedad, sostienen que los protagonistas fantasmales deben actuar con intencionalidad; sus acciones, o las consecuencias de las mismas, deben constituir el tema central del relato, en lugar de las acciones de los vivos. Y, lo más importante, todo fantasma, sea humano, animal o cadáver reanimado, debe estar indiscutiblemente muerto.

Los grandes clásicos:

El norteamericano Edgar Allan Poe (1809-1849) y el irlandés Joseph Sheridan Le Fanu (1818-1873) son comúnmente considerados los dos autores que abrieron camino en el género. De Le Fanu se dice que es el fundador del relato de fantasmas (ghost story) moderno en Gran Bretaña (“El fantasma de la Señora Crowl”, “Té verde”, “El vigilante”, “Dickon el diablo”...), modalidad que tanta repercusión tendría luego en la época victoriana. Pero lo que lo asemeja a Poe es el novedoso tratamiento que da al fenómeno maléfico. La fácil explicación racional, y aún más, el desenlace moralista positivo (la mano de la Providencia Divina surgiendo de un modo u otro al final para poner las cosas, al monstruo, al bueno y al malo, en su sitio) serán desterrados definitivamente por estos autores. Ambos, además, inaugurarán el llamado terror psicológico, más atento a la atmósfera de la historia y a medir los efectos emocionales que al mero susto.Con Poe, el cuento de terror alcanzará sus más altas cimas muy pronto, hacia los años 30 del siglo XIX, periodo que vio nacer el cuento como género autónomo, al decir de Cortázar. El norteamericano es maestro absoluto del género porque, en primer lugar, siguiendo al propio Cortázar, lo es de la técnica del relato breve en sí. 
Por un lado su gran instinto narrativo (que ya reconocía su detractor R. L. Stevenson ) y por otro su gran bagaje poético, lo indujeron a incorporar a un ámbito que él determinó muy exigente y especializado, elementos sin embargo muy dispares, procedentes de las artes plásticas, de la música, de la misma poesía, a los que incorporaba incluso los efectos distorsionantes de los alucinógenos.
Decidió a la vez que era preciso despojar al relato de todo elemento narrativo accesorio, alejándolo de la prolijidad novelística. Sobraba todo aquello que no contribuyera al efecto puntual deseado; así, de entrada, en sus cuentos no tienen cabida las citadas consideraciones sociales, morales, religiosas: «Comprendió que la eficacia de un cuento depende de su intensidad como acaecimiento puro, es decir, que todo comentario al acaecimiento en sí [...] debe ser radicalmente suprimido».En sus poderosas fantasmagorías no se trasluce otra cosa que una imaginación y una inteligencia portentosas rígidamente al servicio de un designio artístico. Poe no se fundamentó en una tradición específica. Ante las acusaciones que se le dirigían de tratar de imitar a los alemanes, afirmó: «Ese terror no viene de Alemania, sino del alma».
Ningún otro autor, anterior o posterior, ha sabido evocar como él una atmósfera malsana y de pesadilla, hilvanar las escenas con tan infernal habilidad, culminar las historias con tan sonora consistencia; retratar «los efectos de la condenación», según Van Wyck Brooks: «Desde los días de los alquimistas nadie ha producido como Poe los efectos de la condenación, nadie ha tenido más conciencia de estar condenado. En sus páginas no se siente jamás el hálito de la vida; ocurren crímenes que no repercuten en la conciencia humana, se oyen risas sin sonido, hay llanto sin lágrimas, belleza sin amor, amor sin hijos. [...] Es un mundo silencioso, frío, arrasado, lunático, estéril, un brezal del diablo. Y solo lo impregna una sensación de intolerable remordimiento».
De Poe afirmó su seguidor Lovecraft: «Realizó lo que nadie había realizado o podía haber realizado, y a él debemos la novela de horror moderna en su estado final y perfecto».(Títulos: “El gato negro”, “La caída de la Casa Usher”, “El barril de amontillado”, “El corazón delator”.)

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